jueves, 23 de abril de 2009

Iban por el jardín




Iban por el jardín, y él discernía
en la fosforescencia circunstante
los sentimientos de su acompañante;
iban por la avenida más sombría

bajo el vapor azul que descendía
desde el ramaje azul de la fluctuante
noche húmeda de enero sofocante
que un relámpago lejos encendía.

No sumaban treinta años, y el instinto
les dió a entender que era mejor sentarse
sobre el declive de un cantero oscuro.

Y se tocaron, y en el laberinto
entraron que no puede devanarse
de la repetición y de lo impuro.

Juan Rodolfo Wilcock

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