miércoles, 29 de diciembre de 2010
Vendrá la muerte, y se apropiarán de tí
Comienza el mito, la historia que cada uno puede inventar sin que el protagonista pueda hacer las correcciones pertinentes. Lo conocí -es una manera de decir, lo ví, crucé con él unas palabras- en el último lustro de los 80. Me pareció un tipo retraído (acaso la sordera) y tímido, diría . A Zelarayán no lo inventó nadie, estaba ahí, al margen, haciendo lo suyo con destreza, solito su alma, pobre, malviviendo. Que descanse.
jueves, 23 de diciembre de 2010
viernes, 17 de diciembre de 2010
jueves, 9 de diciembre de 2010
Fruto del árbol
Apoyas una copa en estos blandos muros
y adhieres el oído, afinadísimo
al vértice, e intentas
descifrar las palabras que ahora digo
sobre esta inmensidad desconocida
( la vastedad del otro te enajena)
te enquistas, te revuelves
en unas espirales infinitas
que te alejan de todos:
así es que pudo
una brisa tan leve
arrancarte de mí.
Te empeñas, pero no,
ya no se oye
ese rumor de amantes en la noche
entre el muerto plumaje que esconden las almohadas,
su mellada blancura calla y dice:
el río de la sangre corrió bajo esta nieve.
y adhieres el oído, afinadísimo
al vértice, e intentas
descifrar las palabras que ahora digo
sobre esta inmensidad desconocida
( la vastedad del otro te enajena)
te enquistas, te revuelves
en unas espirales infinitas
que te alejan de todos:
así es que pudo
una brisa tan leve
arrancarte de mí.
Te empeñas, pero no,
ya no se oye
ese rumor de amantes en la noche
entre el muerto plumaje que esconden las almohadas,
su mellada blancura calla y dice:
el río de la sangre corrió bajo esta nieve.
Riberas
Riberas,
bastan algunos tallos de espadaña
péndulos de un ribazo
sobre el delirio del mar;
o dos camelias pálidas
en los jardines desiertos,
y un rojizo eucalipto que se bañe
entre susurros y locos vuelos
en la luz;
y he aquí que en un instante
invisibles hilos a mí me apresan,
mariposa en tela de araña
temblores de olivo, miradas de girasoles.
Dulce cautividad, hoy, riberas
de quien se entrega casi
a revivir un antiguo juego
nunca olvidado.
Rememoro el acre filtro que ofrecisteis
al confuso adolescente, oh playas:
en las claras mañanas se fundían
dorsos de colinas y cielo; en la arena
de las orillas un amplio batir, uniforme
estremecerse de vidas
una fiebre del mundo; y cada cosa
en sí misma parecía consumarse.
Oh alboroto de aquel tiempo
como el hueso de sepia en las olas
desvanecerse poco a poco;
volverse
un árbol rugoso o una piedra
limada por la mar; fundirse
en los colores de los ocasos; desaparecer carne
para surgir naciente ebria de sol,
por el sol devorada...
Eran éstos,
riberas, los votos del muchacho antiguo
que junto a una roída balaustrada
lentamente moría sonriendo.
Cuánto, mares, estas frías luces
hablan a quien afligido os huía.
Láminas de agua mostrando entre aberturas
frágiles ramajes; rocas oscuras
entre espuma; flechas de vencejos
vagabundos . . .
¡Ah, podía
creeros un día oh tierras,
bellezas funerarias, áureas cornisas
en la agonía de cada ser.
Hoy vuelvo
a vosotras más fuerte, o así lo creo, aunque el corazón
parece desatarse en recuerdos alegres—y atroces.
Triste alma cansada
y tú voluntad nueva que me llamas,
es tiempo quizá de uniros
en un tranquilo puerto de sabiduría.
Y aun llegará un día el convite
de voces de oro, de lisonjas audaces,
alma mía no más dividida. Piensa:
trocar en himno la elegía; rehacerse,
no desfallecer más.
Poder
igual que estas ramas
ayer secas y desnudas y hoy llenas
de estremecimientos y linfa,
sentir
mañana también nosotros entre los perfumes y los vientos
un refluir de sueños, un loco urgir
de voces hacia un fin; y en el sol
que os inviste, riberas,
reflorecer!
Eugenio Montale
martes, 7 de diciembre de 2010
Pollito en fuga
Después de Estar en las nubes, ahora se decidió a huir del mundo, pueden verlo viajar por la blogósfera, en una desesperada Fuga mundi
mi viejo amigo tiene blog.
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