martes, 30 de noviembre de 2010

Miguel Angel

"¿Quién es el que forzado a ti me lleva,
ay de mí, ay de mí, ay de mí,
atado y preso, que no libre y suelto?
Si me has encadenado sin cadenas
y sin brazos ni manos me sujetas,
¿quién me defenderá de tu belleza?"




viernes, 26 de noviembre de 2010

Poetas por poetas

Enrique Banchs


Un hombre gris. La equívoca fortuna

hizo que una mujer no lo quisiera;

esa historia es la historia de cualquiera

pero de cuantas hay bajo la luna

es la que duele más. Habrá pensado

en quitarse la vida. No sabía

que esa espada, esa hiel, esa agonía,

eran el talismán que le fue dado

para alcanzar la página que vive

más allá de la mano que la escribe

y del alto cristal de catedrales.

Cumplida su labor, fue oscuramente

un hombre que se pierde entre la gente;

nos ha dejado cosas inmortales.

Jorge Luis Borges

lunes, 15 de noviembre de 2010

Buenos poetas

Me pareciíó de una belleza infrecuente, el libro de Mariel Manrique "Descartes en Holanda" editado por Paradiso.
Mariel, entre otros sitios, frecuenta éste: http://pajarodechina.blogspot.com/

domingo, 14 de noviembre de 2010

sábado, 13 de noviembre de 2010



Monólogo

Atrapo
la sustancia viscosa de este sueño,
en la taza que anuncia torbellinos
con ese azul eléctrico de noche que termina.
Dejo que dance
en la pulpa rosada de la lengua
y se interne en el cuerpo
como un cochero fiel que azota sus caballos
para llegar a tiempo
-son los nobles caprichos, dice-
(se justifica)
y mira hacia el poniente, enceguecido.
Hemos amado tanto y sin embargo
se extiende más allá de toda cosa
un desierto de sal que hacen brillar los soles,
furias del mediodía,
sal que se escapa, fatal, entre azorados dedos
porque es arena, es tiempo, es como agua,
cristal o roca,  es nada
que ha de fundirse al fin, en fuegos o en océanos.
Tanto nos acercamos,  que aquí se ancló la pena
monigote con zapatos de plomo, barco vencido
que se hundirá en el lecho de barro de este río.
Hemos amado tanto, porque tanto hemos visto:
la piedra que astilló una ventana a oscuras
y el hombre que lloraba, quieto bajo la lluvia
desnudo el pecho, abierto
en la tormenta atroz del invierno más crudo.
Hemos oído el requiem que cantaban las llaves
girando, del otro lado de las puertas
que jamás golpearíamos
y el chirriar de las ruedas, en el asfalto húmedo,
del taxi que se pierde, final, en la avenida.
Montamos, por la fuerza,
una extraña tragedia de valijas en fila
gente de ojos nublados, fijados en el cielo
con su clara pregunta.
Y a pesar de nosotros, la vida era otra cosa
una olla que hervía en un fuego lejano
un perfume insistente en roperos vacíos,
una idea de fuga, otra cosa. Otra cosa.
Tanto hemos amado, que nos volvimos otros
sin destino y sin nombre, enlazados en tramas
de un telar escondido debajo de otro cielo.
La cal sobre los huesos es la misma ahora y siempre.
¿En qué nos parecíamos?
nueve lunas retrógradas, idéntica intemperie
el ingrato reflejo de un espejo sin brillo.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Arbol caído

Seguramente
arrimar a esta hoguera
una sóla oración, sería suicida
el tiempo,
-que ha llenado de trastos
este espacio minúsculo-
no permite que entre ya una aguja
ni tan luego
esa frase punzante que me asoma a los labios
no podría
provocar otra cosa
que otro odioso estallido,
la ira nunca alcanza, cuando se ha roto todo,
a recoger las sobras, despejando el camino
apenas dinamita
el puente siempre frágil
del momento oportuno
ya se sabe, acumulando ruinas
no se fundan ciudades
entonces, yo desisto
aunque a solas me diga:
no se puede
hacer leña de un árbol
perfectamente inútil
no arderá si no ha dado
amparo con su sombra
ni un fruto
ni uno sólo
que inunde con su pulpa
masticada a destiempo
al menos un instante
la boca de dulzura.

miércoles, 3 de noviembre de 2010