De una repentina conversión del plano
via Pablo Mancini
domingo, 11 de mayo de 2008
Misión

clava tus
filosos dientes
ahora que relucen en la noche del mundo
imagina la mella
del tiempo
con el cuidado de quien
respira sobre láminas de oro
hunde
cava
muerde
el corazón de hueso
de todas las semillas
originarias
toma
roba
rapta
el aire que rodea
su sombra leve
roza
rompe
mata
el lazo
la cadena
la cuerda
que la amarra a los padres de sus padres
irrumpe
y corta
-sin reparos,
sin otra gloria
que la que obtiene quien hace lo debido-
esta infinita sucesión hacia la nada.
jueves, 8 de mayo de 2008
Acuarios

y enviado sólo a tus doncellas.
Ezra Pound
Esa noche lloraste
al compás de los copos minuciosos
de la nieve temprana
detrás de la ventana que mira al campo,
al viento huracanado
y sus caprichos,
frente al fulgor escurridizo
de las viejas estrellas suspendidas
en un paño de oscuro raso azul
iluminado por el frío.
Y en ese cuarto
el fuego ardía
invariable y
legítimo
por vez primera,
avivado por
la intensidad inútil
de las palabras suyas
sosteniendo
tus huesos agotados. Y
tus párpados
vencidos por el sueño
fueron restos o
rastros,
materia íntima
de su más largo viaje.
miércoles, 7 de mayo de 2008
Muchacha en una fotografía
Parece domingo en el jardín y en todo el mundo.
La escena ha demandado
mucho cielo para mi gusto, pero la causa
es tal vez una convicción secreta del fotógrafo.
En el fondo, una vibración moteada
de sol, con flores y hojas que se acumulan
hasta obtener una alegría
que no necesita explicación.
De modo que ella esta de pie,
sonriendo enteramente, con un resto
de viento en los cabellos.
Pero mira hacia adentro y se complace
en su anónima carne y supone que la imagen
retiene algo más que su parte mortal.
Si en eso se equivoca es asunto suyo
y nada puedo hacer al respecto. O quizás tenga razón
y de este lado
la superficie de la existencia
me despedaza y devora por dentro y por fuera.
Joaquín Gianuzzi
La escena ha demandado
mucho cielo para mi gusto, pero la causa
es tal vez una convicción secreta del fotógrafo.
En el fondo, una vibración moteada
de sol, con flores y hojas que se acumulan
hasta obtener una alegría
que no necesita explicación.
De modo que ella esta de pie,
sonriendo enteramente, con un resto
de viento en los cabellos.
Pero mira hacia adentro y se complace
en su anónima carne y supone que la imagen
retiene algo más que su parte mortal.
Si en eso se equivoca es asunto suyo
y nada puedo hacer al respecto. O quizás tenga razón
y de este lado
la superficie de la existencia
me despedaza y devora por dentro y por fuera.
Joaquín Gianuzzi
martes, 6 de mayo de 2008
domingo, 4 de mayo de 2008
Primero, deléitense
Y después díganme si el atajo del Llanero no es igualito a las cuevas donde aparece Bin Laden. ¿Filmarán en el mismo estudio?
viernes, 2 de mayo de 2008
La sombra del día

En el pasillo oscuro
en ese estrecho
que se abre entre paredes amarillas,
sentadas en un banco de madera
delante de la puerta,
las dos mujeres hablan.
La mayor se arrebuja
en su campera vieja
unas rústicas manos que se esconden
en el hueco de sus muslos
descarnados y largos;
sin alzar la mirada del suelo
la voz grave y monótona.
La otra, la más joven,
dice una larga lista de nombres familiares
y a cada uno
de todos los que evoca
le sigue esta cabeza que se inclina y asiente
cargada de sentidos
y esos dedos hinchados
de intemperie y trabajos brutales
se estrujan, se retuercen:
piel gastada y opaca,
un rugoso papel.
Así llega el destino
arrastrado por vientos
un frío subrepticio
una calle impensada,
una certera cita.
Tanta historia menuda
se devela entre cajas
bajo una luz verdosa
de mañana sin sueño,
de café hasta el hartazgo,
de frases congeladas
frente al bronce, a las velas
la verdad se maquilla
falsas,
faltas,
faldas,
-todo imita una vida-
tanta tibia apariencia
delante de la muerta
aunque
esta muerte que arrasa
-la
absoluta,
rotunda,
contigua-
se refleje en el prisma,
de ese ojo vidrioso que abarca lo posible
y un color inaudito
tiña cada palabra,
-es brillo y hace espejo-
y duplique el absurdo,
como el negado borde
del más próximo abismo
siempre es, por temido,
aquello que deseamos.
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