martes, 27 de mayo de 2008

Jardín de las delicias


Aquí nos traen las ráfagas heladas
aunque arda en su centro
la tierra que rozaron viejos pasos.
¿Cómo, ahora
el jardín es la emboscada de las sombras
su negra criatura
el espacio de aquello que se ausenta?
No sin tí
señor de la palabra,
no sin tí
podrían desbrozarse
estas agudas púas
las doradas ortigas
de una seca
corona de desahucio:
animal escondido
para sangrarse a solas
gime
desde la altura de tu fe
allí
donde la voz errática replique.
No ahora,
no sin tí,
-sin otro yo que tú estaría perdida
en el océano del tiempo
antes del alba del Inicio
me ahogaría-

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