viernes, 14 de febrero de 2014

Pura espuma

te trajeron las calles que anduve desolada
el mar de gente
con una oleada mansa que llegaba al tobillo
cuando intenté sin suerte caminar sobre el agua
todo prefiguraba la sombra que seguía y la sombra seguía
apegada a tus pasos, colgando de tu espalda
como un anuncio claro
la luz es inminencia, el tiempo refractario
y así nos sumergimos, sin nociones de nado
ni nada que nos salve de imprevistas corrientes
-sí, el adentro del mar es lo más vasto-
entre algas, estrellas, en bancos de corales,
cabalgando hipocampos más fieles a sí mismos
entreví nuestra suerte:
estaba echada
como aquellas sirenas afónicas que tienden
su largo cuerpo pez
sobre las rocas
y lavan sus escamas  con luz de luna y agua.



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