sábado, 13 de noviembre de 2010

Monólogo

Atrapo
la sustancia viscosa de este sueño,
en la taza que anuncia torbellinos
con ese azul eléctrico de noche que termina.
Dejo que dance
en la pulpa rosada de la lengua
y se interne en el cuerpo
como un cochero fiel que azota sus caballos
para llegar a tiempo
-son los nobles caprichos, dice-
(se justifica)
y mira hacia el poniente, enceguecido.
Hemos amado tanto y sin embargo
se extiende más allá de toda cosa
un desierto de sal que hacen brillar los soles,
furias del mediodía,
sal que se escapa, fatal, entre azorados dedos
porque es arena, es tiempo, es como agua,
cristal o roca,  es nada
que ha de fundirse al fin, en fuegos o en océanos.
Tanto nos acercamos,  que aquí se ancló la pena
monigote con zapatos de plomo, barco vencido
que se hundirá en el lecho de barro de este río.
Hemos amado tanto, porque tanto hemos visto:
la piedra que astilló una ventana a oscuras
y el hombre que lloraba, quieto bajo la lluvia
desnudo el pecho, abierto
en la tormenta atroz del invierno más crudo.
Hemos oído el requiem que cantaban las llaves
girando, del otro lado de las puertas
que jamás golpearíamos
y el chirriar de las ruedas, en el asfalto húmedo,
del taxi que se pierde, final, en la avenida.
Montamos, por la fuerza,
una extraña tragedia de valijas en fila
gente de ojos nublados, fijados en el cielo
con su clara pregunta.
Y a pesar de nosotros, la vida era otra cosa
una olla que hervía en un fuego lejano
un perfume insistente en roperos vacíos,
una idea de fuga, otra cosa. Otra cosa.
Tanto hemos amado, que nos volvimos otros
sin destino y sin nombre, enlazados en tramas
de un telar escondido debajo de otro cielo.
La cal sobre los huesos es la misma ahora y siempre.
¿En qué nos parecíamos?
nueve lunas retrógradas, idéntica intemperie
el ingrato reflejo de un espejo sin brillo.

1 comentario:

Unknown dijo...

Hermoso. Fuerte. La tristeza de mínimas tragedias cotidianas tan poderosas como el sonido de llaves y autos que llegan o parten.. un hijo... Me encanta Ines, no puedo dejar de leerlo una y otra vez.