viernes, 24 de septiembre de 2010

Algo que decir

 Dice Piglia a Fabián Casas:


Una de las cosas que a mí me interesa mucho en esta época es la épica. En el sentido de volver a ella. Yo me acuerdo de algo que decía Néstor Sánchez cuando dejó de escribir. Decía: “Se me acabó la épica”. Como decir “no puedo contar historias que estén muy pegadas a mí”. Es decir, personajes que tengan una dimensión que excedan la experiencia cotidiana que uno tiene. Historias que tengan una dimensión, una energía narrativa que excedan la experiencia con la que uno trabaja.
 
Dijo Sánchez a Página 12:
 
:"Yo buscaba vivir más. Estaba convencido, en mi enfermedad, de que se podía vivir 300 años. Hoy supongo que da lo mismo. Gurdjieff fue una experiencia decisiva en mi vida. Siempre estaba la muerte como leitmotiv, me parecía mentira que la gente no se diera cuenta de que se iba a morir, eso me pasó siempre, entonces en todos mis libros hay una advertencia: la vigencia de la muerte. Ésa era la épica (…) Viví catorce años dedicado por entero a lo que creía una experiencia iniciática y, ahora tengo que reconocer poco a poco que sólo estaba vinculado con mi inconsciente (a su enorme capacidad de generar conjeturas), y la esperanza intratable que entonces se generó ya carece de fundamento".

Digo yo:

Alguien me comentó, hace unos días, sus lecturas de filosofía en relación a la inquietud de escribir una poesía filosófica. Sonreí. Me parece que es posible escribir una poesía filosófica sólo cuando  el autor se formula
-por vez primera y por interna necesidad-  todas las preguntas, no cuando se informa acerca de las que han encontrado otros.
Más allá de que Sánchez no contaba historias, (porque no le interesaban las historias, sino sólo la musicalidad de la lengua, su forma rítmica de construir sentido), más allá de la apropiación inexacta de estas palabras suyas por parte de Piglia -a quien Sánchez consideraba irónicamente "el que hace todos los deberes"-  la épica, el interás de Piglia por la épica, suena parecido a quien lee filosofía para llegar a esribir una poesía filosófica. Tal vez haya que darle la razón a Sánchez y la épica sea (para Piglia) el deber de la época. Ímproba tarea ésta de escritores que corren, detrás de los argumentos
Se es o no épico, el interés por el tema no aporta resultados concretos a la obra. Pienso en Eco, que conoce todos los cómo y ya sabemos a los qué a los que arriba. Es el saber que no se sabe, la invención que no se inventa.
No lo que excede la experiencia, sino la sustancia misma de la experiencia, sus capas sucesivas, imbricadas. ¿A qué llamará Piglia "energía narrativa"?

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