jueves, 25 de septiembre de 2008

Rapto (Poema climático y repetido)


Una hija de Zeus fue su capricho
antorcha en mano, su madre
la buscó por cada uno
de todos los rincones de este mundo,
al no encontrarla
prohibió a la tierra
engendrar y dar frutos.
Así todo el tiempo de aquel año
no vio la luz una sola manzana
ni una brizna de hierba creció sobre los campos,
los hombres habrían muerto
pero Zeus pidió a Plutón que dejase marchar a Proserpina
el oscuro raptor obedeció
aunque antes de eso, puso en su boca
(roja boca de diosa)
una roja semilla de granada
para que así no le fuera posible
alejarse de él, si en un rapto
(un capricho de ella)
se le antojaba hacerlo para siempre.
Acordaron, entonces
los padres y el raptor
que la niña
pasaría dos tercios de cada año
con su madre y los dioses del cielo,
y el resto con Plutón, bajo la tierra.
Como esposa del rey del inframundo
mandaría sobre todos los espectros,
sería la dueña de los fantasmas
y llevaría a cabo, minuciosa
las maldiciones pronunciadas por los hombres.
En Grecia, por entonces
ocurrían historias como ésta
en la que el rey del dominio subterráneo
se apropiaba del amor de una doncella
por fuerza, y de capricho.
Sugieren algunos
(pero habría que confiar en juicios de hombres)
que ella no estuvo -en un todo- en desacuerdo,
que por su propia voluntad
aceptó las semillas
que envolvió con su lengua,
y el cetro que le daba
potestades de Dama del Infierno
le pareció, inclusive
la ofrenda de su esposo temible y temerario
guardián del fuego y del horror
leal a su deseo y a sus fuerzas.
Su mirada fatal llevaba el sello
de lo que debe verse y aceptarse
sin oponer reparos.
Cuando enfrentaba los ojos de los hombres
los hundía en la contemplación más pura
(era un trance mortal, un dilatado éxtasis)
era la forma más perfecta y desafiante
de sus propios destinos.
Del mundo en llamas que arde
debajo de este mundo que habitamos
del reino húmedo y oculto de los muertos
viene a dejarnos
de regreso y a tiempo,
su mensaje y su cifra
el núcleo y la semilla de ceniza
que guarda en lo profundo de su vientre
la tierra en cada nueva primavera.



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