miércoles, 11 de junio de 2008

Obvio


Qué lo atrae
hacia ese oscuro hueco de su vientre
donde late
apagado
un corazón envuelto en cristal roto
inoculado con venenos poderosos,
y sutiles narcóticos
que convocan futuros ideales,
(quièn podría
trazar sobre el papel
esa ecuación exacta que refiera
la fuerza que se imprime en este acto)
cuándo cesa
la sangre de fluir
en los nudillos
sangrantes que golpean
las puertas del castillo
que ocupan los fantasmas,
cómo oculta
la frase que delata
la servil ilusión de todo un pueblo:
Su Majestad, el Rey,
está desnudo
mientras hierve la fiesta
en medio de la plaza.

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