no deja de pulir las formas de la nada
el poeta que cree que su mano decide
el rumor en la lengua ni siquiera lo roza
pasa
como un tren velocísimo
por un pueblo fantasma
la belleza, que es la forma real de la verdad,
cruzará los desiertos cuando sea su hora
los árboles derraman sus frutos y sus flores,
dan sombra hasta secarse
sin saber que lo hacen,
sin esmero especial en ser una otra cosa
más que aquella que son, de la raíz
hasta la copa
mientras, la brisa o el huracán
hacen con ellos
lo que deben hacer,
que es lo perfecto y su modelo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario