miércoles, 30 de abril de 2008

De acá

118
anécdotas pasan pasillos
taco que claquea lejos que
se acercan en bandeja
arroz o puré juntas
vecinales
en otra sopa de verduras

habitación blanca sombreada
apenas por la piel las
pieles de los destapados

hacer la guardia de tí
del tiempo reclamar al pasillo
opinión
uno está en ascuas en cuanto al hospitalizado se refiere
ignorante del sí del goteo
y a la tarde

llegan los enterados los
enternecidos los amigos los
como pájaros tiernos a no comer
a piar a dúo
el lamento del suero

..........


dama del voluntariado
rosa perfecta sale
seis de la mañana huele a
otra flor cosmética

dama del enroque muerto
el rey sigue partida su
juego pasa reclamando
desde el ojo de buey

tendió la cama doble semiabierta
y ya acurruca
las sábanas roídas hasta el cuello
de los que pacen la espera

-boom poético en las
no hay palabras hay
tacos que siguen los olores
como verso
muda la rueda arrastra
la carreta inoxidable
en el ágape común de los desayunos-

Sencillamente hermoso, Joaquín Valenzuela.

Póstumo. 2

Ya son las dos.
Quizá, te acostaste.
En la noche
la vía láctea
está como el Oka, plateada.
No me apresuro,
y con los relámpagos de telegramas
no hay por qué
despertarte
e inquietarte.
Como se dice,
el incidente ha terminado.
La barca de amor
se ha estrellado contra la vida.
Estamos en paz.
No hay razón
de enumerar mutuos dolores,
infortunios
y agravios.
Mira
qué quietud en el mundo.
La noche
ha impuesto al cielo
un tributo estrellado.

En tales horas
uno se pone de pie
y conversa
con los siglos,
la historia
y el universo.

Vladimir Maiakovski


NO HUBO DESLEALTAD

No hubo deslealtad. Sólo silencio.
Eterna primavera, eterno amor.

Sólo el balanceo del collar celeste;
sólo el gusto salobre de un beso.

Como un ruiseñor el mar azul,
potente, hablaba sólo de mi amor.

El mar azul a tus pequeños pies,
y no hubo deslealtad: testigo, Dios.

Sólo fue ternura, ternura sin fin.
Eterna primavera, eterno amor.

Georgy Ivanov

martes, 29 de abril de 2008

Páginas definitivas


Esas que releerías siempre, como esta pequeña gran obra de Joyce que es "Giácomo Joyce". Si te apuran, hasta lo cambiarías por el mismísimo Ulises.





Mis palabras en su mente: frías pulidas piedras naufragando en un cenegal.

Esos helados dedos quietos han tocado las páginas, impuras e inmaculadas, en donde mi vergüenza resplandecerá para siempre. Quietos y fríos y dedos puros. ¿Se habrán equivocado alguna vez?


Su cuerpo no huele: una flor sin aroma.

En las escaleras. Una fría mano frágil: timidez, silencio: oscuros lánguidos ojos inundados: desgaste.

Arremolinadas guirnaldas de vapor gris sobre el brezal. Su rostro ¡qué grave y gris! Cabello húmedo enredado. Sus labios aprietan suavemente, su suspirante aliento me llega. Besada.

Mi voz, agonizando en los ecos de sus palabras, muere como la cansada voz sabia del Eterno llamado a Abraham a través de colinas retumbantes. Se recarga en la pared acolchada: odalisca cincelada en la oscuridad lujuriosa. Sus ojos han bebido mis pensamientos: y en la mojada caliente bienvenida de su femineidad entregada, mi alma, disolviéndose, ha derramado y vertido e inundado una líquida y abundante simiente... ¡Que la posea ahora quien quiera!

domingo, 27 de abril de 2008

Rosa Muñoz, ¿fotógrafa?




Estas imágenes y las que forman mi nuevo banner le pertenecen. A mí me parece una artista sumamente interesante. Vean aquí sus "visiones idealistas"

sábado, 26 de abril de 2008

La imperfección es la cima

Sucedía que era preciso destruir y destruir y destruir,
Sucedía que la salvación sólo era posible a ese precio.

Arruinar el rostro desnudo que asciende en el mármol,
Machacar toda forma , toda belleza.

Amar la perfección porque ella es el umbral,
Pero negarla una vez conocida, olvidarla muerta

La imperfección es la cima.

Yves Bonnefoy