En lo hondo del mar, con esa extraña música
el vaivén de las aguas hamacando las formas
de todo lo que habita el fondo de este mundo.
Escamas de los peces, como nubes doradas
custodiados por haces de venenos terribles.
La vida que llevamos:
sustrato y pesadilla.
Huir. Bajar. Nadar
buscando aire en el agua.
La perfecta armonía de ser donde se está
tan peligrosamente a salvo.
La anémona y el pez
son amantes sensatos.
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