Llegò hasta aquí
bordeando las orillas
y trajo polvo de caracolas como
lo han de llevar los perros, debajo de las uñas
lo sacuden los pájaros cuando baten las alas, o
los peces que se agitan al morir en la playa,
guardan en sus escamas
No hubo entre él y el agua
quien cuente esos secretos:
la joven desnudez del nàufrago ante el fuego
el pavor la sorpresa
su cabeza rodeada por un aura brillante
como única y última
luminaria en la niebla
Èl
faro de seis mil años
hilo de oro, cadena
de eslabones de hierro.
Ya sin amor en torno ni misterio futuro.
No hay estado de gracia,
la débil luz elude mi barco negro y quieto
deformidad del cuerpo y
ausencia que aliviana.
Por debajo del agua se ha sumergido todo,
suaves velos de musgo cubren a los ahogados,
son los rasgos difusos que no arman un dibujo
por encima del agua.
Tanto triste verdìn que no puedo ni quiero
borrarte de la cara.
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