La nave olvida a los marinos:
mientras flota en el mar
sus vidas flotan
y pasado y futuro son puertos muy lejanos
ya casi todo se reduce
a ese goce algo incierto
de dejarse mecer
mirar la espuma
escudriñar el sol y ver las trazas
del baile de los vientos, incesante
Hay el día y la noche
el sereno fluir y las tormentas
pero allí, en altamar
no existe nada en medio
salvo la dulce y entregada sombra
-entre el cielo y el agua-
del corazón del hombre en
la plenitud de su intemperie.
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