Y el dios escanciará
todo el agua del mar en nuestros vasos
y en la boca de un poso cristalino
la espuma borrará
los rastros del veneno del dolor
como en un grumo de niebla
-a fuerza de desearlo-
se desvanece el rostro empecinado
que asume lo que amamos
furiosamente, ayer.
En el principio de todo, está la bruma.
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