revolviendo en el fondo del cajón
la sobrevida de alguna cosa inútil
aparece la sangre inesperada
entonces hay un filo
que ha podido
cortar el largo hilván de las imágenes
miro mis manos sin descanso
-las he mirado toda la mañana-
y no creo
haber sido quien sostuvo la navaja:
no hay nada aún en ellas
que pueda persuadirme de un intento
-siquiera del intento
digo, pienso-
de enfrentarme
aún armada con cientos de esos filos
al temido detrás de tus palabras
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2 comentarios:
Bello poema, Inés.
Muchas gracias, Luis.
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