–Roberto Calasso afirma que los más grandes críticos literarios del siglo XX son generalmente escritores, como Gottfried Benn, Proust, Borges, Valéry, Auden o Mandelstam, y que no conoce ningún libro esencial que haya sido generado en el seno de alguna disciplina crítica. ¿Comparte este punto de vista?
–Sí, totalmente. En cierto modo, la conferencia que pronuncié en Barcelona, en el mismo ciclo en que intervino Calasso, que se llamaba El Escritor como Crítico, trabajaba sobre esas mismas hipótesis. Para la crítica, para lo que entendemos por crítica, en fin, las grandes tradiciones, como el formalismo ruso, Lúkacs, etcétera, la literatura es una suerte de saber sometido, diría yo. El crítico trabaja sobre la literatura a partir de un saber que aplica con la mayor o menor elegancia y fluidez con que esto pueda ser hecho. Estos saberes son, básicamente, la lingüística, el marxismo, el psicoanálisis; después surgen dentro de ellos diversas tendencias. Por lo tanto, la literatura es un campo de experimentación para ciertas hipótesis que son previas. En cambio, me parece que la crítica ejercida por los escritores tiende a ser al revés, es decir, toma la literatura como un laboratorio para, a partir de ella, entender lo real, para extraer hipótesis sobre el funcionamiento de la literatura, sí, pero también acerca de cómo funcionan el lenguaje, las pasiones, la misma sociedad. Se trata de un procedimiento inverso.
–Podríamos decir que para los escritores la literatura es el punto de partida, mientras para los críticos es el lugar de llegada.
–Exactamente. Entonces, creo que esa tensión debe señalarse.
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10 comentarios:
Debería repasar mis lecturas de Piglia, pero me parece recordar que no era ésta su opinión en Crítica y ficción, por ejemplo, en la edición que hiciera la Universidad del Litoral. Más bien lo recuerdo adhiriendo a lo inverso, pero tal vez es mi memoria la que falla. Si alguien lo tiene más claro, le agradecería me lo comente.
Me parece una apreciación reduccionista. Es cierto que hay lecturas críticas interesantes de los escritores, pero también hay crítica excepcional de los críticos. Y no todos hacen lo de procusto, sino que infieren una teoría que surge del propio texto. Básteme nombra a Jaime Rest, un excepcional crítico argentino, o bien Auberbach y su "Mímesis". Leer como lee Barthes, es un placer. Benjamin es un lector maravilloso, aunque a veces se ve acotado por su sistema ideológica de aplicar la dialéctica. No hay escritor que lea con objetividad y distanciamiento. La crítica de Borges está matizada por su imaginario, y la de Nabokov es absolutamente "molesta" y arbitraria. Pensar que el crítico noescritor es una especie de traidor dilettante, es un lugar común que sigue sorprendiéndome, esa cuestión del "escritor frustrado".
No se puede decir que Benjamin no es un escritor, Miguel. Lo del crítico como escritor frustrado, lo dice George Steiner cuando afirma que cuando un crítico mira hacia atrás ve la sombra de un eunuco. También puede ser visto como un reduccionismo, aplicar categorías "extraliterarias" al análisis de una obra, al procedimiento particular de un creador, donde -en mi opinión- esa arbitrariedad es, justamente, el sello de un estilo. No veo la necesidad de juzgar ninguna manifestación del arte con objetividad y distanciamiento, entiendo el arte como una triunfante subjetividad, triunfante porque puede dar cuenta de lo humano, desde la experiencia de un sólo hombre.
o de una sola mujer
(perdón se mescapó)
;)
Bien, Gabrielaa, se me escapó a mí.
No digo que no sea "reduccionista" aplicar modelos "extraliterarios" a un análisis. Pero hay que tener en cuenta que cualquier lector, sea escritor, crítico o common reader, trae su lente sobre lo leído, su universo de herramientas para leer. La cuestión es si eso que uno trae al texto de sí mismo, es interesante y expansiona el texto sin romper el molde. Una lectura atenta, siempre es otro texto, otra novela, otra aventura.
Legitimar la lectura de los escritores por sobre la de los académicos (que suelen ser escritores también), es a mi parecer, una apreciación apresurada y poco feliz, como cualquier generalidad.
Es verdad, Miguel, lo que decís acerca de la inconveniencia de toda generalización, pero ocurre un particular fenómeno, con esto de que los textos de crítica son otros textos de creación, y es la pérdida del origen, de la causa. Con la proliferación de textos críticos acerca de las producciones en literatura, ¿no se nos estará agotando la novela, la poesía,el hábito de una lectura
( y tal vez, también, de una escritura)"de primera mano"? Basta ver los cada vez más poblados estantes que se asignan a la crítica en las librerías, para preguntarse si en breve no ocuparán más espacio, no alcanzarán mayor número, las obras críticas sobre literatura, por ejemplo, que la literatura (digamos) en sí. ¿Cuántos estudiantes han leído infinidad de trabajos acerca de un autor como M. Proust, sin que sus ojos hayan rozado aún ni siquiera el tomo 1 de En busca del tiempo perdido? Yo sigo prefiriendo la lectura de primera mano, el diálogo a solas con el autor, el recorrido por el mapa de sus obsesiones, sus fallas, sus aciertos y sus vicios, como quien prefiere viajar a Africa con su pequeña camarita, antes de ver un extraordinario documental de la National Geographic. Y si atiendo en primer lugar a un relato que a mi propia experiencia, prefiero aquel relato de quien ha realizado esa experiencia, con las limitaciones que el "in situ" le haya impuesto. Mi opinión, como todas, es puramente personal. Gracias por pasar por acá.
Mirá vos, justo estoy releyendo la recherche y voy por el anteúltimo tomo. Quisiera leer después el "Marcel Proust" de Anagrama, pero su precio me resulta prohibitivo (¡210$!). ¿Realmente se lee más crítica que novelas? ¿O es que ya no hay grandes novelas, una vez agotados los clásicos, por leer? Creo que hay un mundo por explorar en tus observaciones.
Un beso.-
Si no lo leíste, no dejes de hacerlo, acá dicen que se puede descargar gratis http://www.quedelibros.com/libro/51241/Proust-Y-Los-Signos.html
Esto mismo lo leí en otro lugar y hasta dejé un comentario. ¿O lo soñé? Un médico no lacaniano ahí.
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