martes, 29 de julio de 2008

Alto y bajo



Ha vuelto a ser la que era,
antes de la crecida.
Si montado en un pájaro o un ángel
la vieras desde arriba
tus ojos seguirían, sorprendidos
ese contorno antiguo,
con amor aprendido
de su nítida orilla:
tan firme línea.
El murmullo del río
próximo a tus oídos
es una samaritana
encerrada en un cuarto
casi a oscuras
entre paños helados y esos breves suspiros
de los cautivos cuerpos
sumidos en la fiebre
la memoria,
el delirio.
Sin saberlo regresas como vuelve un perfume
-porque el azar decide-
y todo lo que has visto te parece
un objeto liviano
que los vientos del sur
alejan y dispersan
-como nubes de polvo
de cosas que se han ido-
y no hay manchas de sangre
no hay gritos
ni dolor ni perdón,
ni siquiera parodia
de ensayar el perdón
entre el agua que baja
y las brumas que suben.

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