«Amor, creo necesario nombrarte, más exactamente pronunciar tu definición, tu cometido, puesto que de ti ignoro nombre y existencia. Así pues, yo te nombro: un dedo fónico te señala en el centro de la noche. No rememoro tiempos en que no fuera de noche, de manera que no he tenido jamás forma distinta para señalarte que no fuera este distraído y atento juego de una mano que no diviso. Esto, a ti que no puedes escuchar, quisiera decirte: tengo que marcharme, al punto, en esta noche que en todo instante está igualmente lejos del alba y del ocaso; camino y hablo quedamente, rechina bajo mis pasos la madera del pórtico, escucho el fragor del bosque. Bajo la luminiscencia de nubes bajas, de nieblas, intento escribir una carta que no irá a parar a ti jamás.»
Amore. Giorgio Manganelli
En literatura, sorprende todavía que algo tan simple como una larga carta de amor (desde luego que maravillosamente escrita) siga teniendo efecto. Tal es el caso de "Amore". Te repito: nunca es el qué, sino el cómo.
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2 comentarios:
Y nunca me escribieron una.
A vos, Inesita, me hubiera gustado verte en noche fría, vino en medio, bruscheta y jamón.
Beso enorme.
Otra vez será, Doc. ¿Cómo te fue en lo tuyo? Besos.
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