martes, 16 de diciembre de 2014

Agitado o sumido
en el desdén del sueño
algo claro se mece.
Debajo de la sombra
del fondo cristalino,
otros ojos sombríos.
Agua pura del río
como un hatillo pobre sobre un umbral helado,
reposaban las cosas que la razón escinde,
-vecinos ignorándose-
los mutuos nombres que el sello ha clausurado
las manos
que en un gesto superior a la fuerza
aferraron los bordes
y entonces,
sonidos sibilinos,
una prenda,
una pieza,
partes de lo que anda
y a lo que nadie atiende
brote tierno del verde
que ha irrigado tu savia
hasta el confín del día de los días.


Acaso nos bendicen con una cicatriz
que no guarda ni sabe la razón de la herida.